08/06/2023
El espectacular salto de agua, en medio de una olla de piedras gigante rodeada de vegetación, se puede experimentar desde todos los ángulos y es el premio a tres horas de caminata intensa
Ubicada en el límite con Chile, como recompensa a una caminata de belleza apabullante que agita el pulso con subidas y bajadas, la Cascada Santa Ana, y su hermana menor la Cascada Dora, tienen bien ganado el título de espectáculo natural de la Patagonia. Y si antes era un dato para entendidos, ahora aparece cada vez más en las listas de eso que no hay que perderse en un viaje a Villa La Angostura.
Llegar requiere algo de logística previa y de fortuna también. Al momento de hacer esta nota coincidimos con una viajera que lo intentaba por cuarta vez y envidiaba nuestra suerte de primerizas. 48 horas antes hay que llenar un formulario de Parques Nacionales, el paso fronterizo con Chile tiene que estar abierto, hay horarios para ingresar, si se congestiona mucho la fila se limita el cruce, hay que mirar el pronóstico y no hay que olvidarse ningún documento aduanero. Después de todo eso, debemos sortear la travesía.
Para visitarla hay que disponer de un día y de auto, o apuntarse con alguna agencia de las que ahora proponen el destino. El recorrido se puede hacer perfectamente de manera auto guiada, eso sí, con un poco de estado físico. Varias veces, en las tres horas de travesía, agradecemos la decisión de haber dejado de fumar y de salir regularmente a caminar por las sierras.
No es un trekking de altísima dificultad, pero sí es intenso y de largo aliento, por un terreno cambiante, caprichoso, con desniveles y a veces resbaloso (especialmente si hubo lluvias), donde además habrá que sortear unos arroyos y cruzar el río agarrándose de una cuerda de metal. O mojarse, directamente. O llevar dos pares de calzado. Pero todo eso vale la pena.