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20/01/2023

A 40 años del adiós a Garrincha: El gambeteador mágico y su triste muerte por el alcohol

Sus defectos físicos de la niñez no le auguraban un futuro deportivo, pero se convirtió en un jugador fuera de serie. Con 41 años tenía 9 hijos reconocidos

Acaso el mejor gambeteador de la historia del fútbol e ídolo popular en Brasil en el mismo nivel de Pelé, luego de que sus deslumbrantes engaños a sus marcadores por la punta derecha abrieran los partidos de la selección brasileña para contribuir al triunfo en las Copas del Mundo de 1958 y 1962, Garrincha es considerado el modelo perfecto de lo extremo, pese a lo cual su vida terminó entre los excesos de alcohol y sumida en la pobreza.

Garrincha es considerado el mejor puntero derecho de la historia y ocupa el octavo lugar en el ranking del mejor futbolista del siglo, según el Instituto de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS).

Creativo por excelencia, con sus gambetas y jugadas mágicas, está emparentado con lo que los poetas brasileños definieron como “alegría del pueblo”. Manoel Francisco dos Santos nació el 28 de octubre de 1933 en el municipio de Magé, en el Estado de Río de Janeiro.

Se crió en una familia pobre con quince hermanos. Una de ellos lo bautizó Garrincha, por un tipo de pájaro feo, veloz y torpe que vive en la selva del Mato Grosso y que se puede cazar fácilmente. Desde pequeño era zambo. Tenía los pies girados sesenta grados hacia adentro. Su pierna derecha era seis centímetros más corta que la izquierda, y su columna vertebral estaba torcida, todo agravado por una severa poliomielitis. Desde los diez años, además, se hizo adicto al tabaco, y sus huesos no tenían el calcio suficiente. Fue operado sin éxito para curarle la anormalidad de las piernas, y los médicos no le diagnosticaron un gran futuro deportivo, pero sacaría partido de ello, amagando jugar para un lado y yéndose para el otro.

Debutó en primera en 1953, como parte del que se considera el mejor Botafogo de todos los tiempos, con Mario Lobo Zagallo, Didí, Amarildo y Nilton Santos, y desde muy pronto se notaba que su gran jugada era la gambeta para la derecha. Amagaba y pasaba siempre, para desconcierto de sus marcadores, a quienes desconocía con una irreverencia total y los llamaba a todos “Joao”. “Hoy me marca Joao”, solía decir antes de los partidos.

Su mayor popularidad llegó en el siguiente Mundial, el de Chile 1962, cuando Pelé fue lesionado por la cantidad de golpes recibidos por los rivales, quedó fuera del torneo y debió ser reemplazado por Amarildo. Fue allí que Garrincha se convirtió en la gran figura, con goles decisivos y jugadas memorables, y fue elegido el mejor jugador del torneo.

Su deterioro físico y económico se hizo tan evidente que en 1974, sus ex compañeros decidieron organizarle un partido homenaje en el Maracaná, aunque ya parecía tarde. Fue el 18 de diciembre, y Garrincha recibió a la prensa en su departamento de Copacabana, una vivienda que como relataba el enviado de Folha de San Pablo “no tenía demasiados lujos pero no le faltaba nada”.

Con 41 años, tenía nueve hijos reconocidos –sobre un total de catorce que se le estimaban– a los que buscaba dejarles una buena situación económica. 

Apenas comenzado 1983, el 20 de enero, Garrincha murió a los 49 años en Río de Janeiro por “congestión pulmonar. Pancreatitis y pericarditis. Todo dentro del cuadro clínico de alcoholismo crónico”, según indicaron los informes médicos. Su multitudinario velatorio se llevó a cabo en el estadio Maracaná, y su ataúd fue cubierto con una bandera de Botafogo, el club que lo vio brillar.